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lunes, 15 de diciembre de 2014

Cómo sobrevivir a la navidad


Foto: thierry ehrmann, con licencia creative commons
Ya es navidad. Cuanto antes lo admitas antes podrás enfrentarte a ello y salir victorioso. Puedes, no obstante, buscar una cueva cómoda y convertirte en eremita durante un mes, pero no hay calefacción en las cuevas. Ni baño.

Lo mejor es remangarte, mirar fijamente a la navidad a los ojos y vencerla en su propio terreno. Y aquí tienes algunas pistas sobre cómo conseguirlo. Quizá no sea una victoria abrumadora. Quizá se quede en empate. Quizá incluso te acabe aplastando bajo su enorme peso. Pero nadie podrá decir que no plantaste cara.

Punto número 1: anticípate a sus movimientos. Hoy, el día que se publica esta entrada, es 15 de diciembre. Si en tu casa es costumbre darse al consumismo en estas fechas, tendrás un par de regalos que comprar. Y, por supuesto, aún no lo has hecho. Pues en el momento en que termines de leer la entrada cálzate y sal a por ellos. O cómpralos por internet, para que lleguen a tiempo. Haz cualquier cosa excepto decir “mejor mañana”, porque mañana es 24 de diciembre y es demasiado tarde. No digas que no te avisé.


Punto número 2: conoce el terreno. “Cenita de navidad en la Puerta del Sol el 20 de diciembre, ¿quién se apunta?” es una invitación al desastre. Ni se te ocurra morder el anzuelo. Hay miles de sitios que no están plagados de seres humanos durante estas fechas, y eso los convierte en idóneos. La calle Preciados es como el pasillo de las Termópilas, y no quieres acabar como los persas. Mejor apunta a zonas menos céntricas, que están llenas de locales chulísimos esperando a que alguien los descubra.

Punto número 3: maniobra con cuidado. Si, por cualquier motivo, has desoído mi consejo anterior, al menos hazme caso aquí. Evita el coche por lo que más quieras. Está demostrado que el centro de las grandes ciudades es una especie de agujero negro para los vehículos. Te absorbe, pasas una hora dando vueltas para aparcar y cuando lo consigues parece que han pasado siete años. No, no lo hagas. El autobús y el metro son ligeramente mejores, ya que no tienes que aparcar el vagón. La mala noticia es que doce humanos por metro cuadrado te van a impedir bajarte en tu parada.

Punto número 4: conoce a tu enemigo. Así que estás de comida familiar o de empresa. Mis condolencias. Además, has llegado un poco tarde y sólo queda sitio al lado de la persona más cargante de la galaxia, que tiene el don de la ubicuidad, ya que hay al menos una en cada comida/cena. Pues esto es lo que debes hacer:

- No le rías ni una de sus graciejas. Ni una. Si fallas una vez estás abocado a una interminable sarta de anécdotas. Pon cara seria y mirada confusa. O mejor:

- No le mires. Trata de ignorarle y céntrate en los demás compañeros de mesa. Esto provocará que El Ser Cargante haga un despliegue total (vociferar, aspavientos, anécdotas escatológicas), pero si te mantienes firme se cansará y lo dejará. O mejor aún, otra persona le mostrará atención y será su nuevo objetivo. Has escapado de ésta.

- Sé asertivo. Dile lo que piensas sin ser agresivo. “Creo que hablas demasiado”, “me gustaría hablar con los demás un rato”, “lo que acabas de contar no tiene ninguna gracia”, etcétera. Se lo tomará a broma, porque es incapaz de tener una mala impresión sobre sí mismo, pero si no dejas lugar a dudas (“no estoy bromeando”) probablemente se muestre dolido y vaya a contarle sus penas a otro. Has vuelto a escapar de ésta.

Punto número 5: gestiona bien tus recursos. Con recursos me refiero a dinero, básicamente. Durante esta época hay un bombardeo absoluto para que gastes dinero en cosas que no necesitas. Lo que te pido es que pienses un par de veces antes de hacer el gasto, y recuerdes de paso la factura de electricidad de diciembre. Más gente debería preguntarse “¿de verdad necesito esto?” cada vez que está a punto de comprar algo.

Punto número 6: organiza un buen plan. Olvídate de los malditos propósitos de año nuevo. Son la excusa más patética jamás inventada para sentirse bien con uno mismo. En lugar de contarle a todo el mundo lo maravillosos que son, déjate de tonterías y empieza a hacer más y decir menos. ¿Quieres adelgazar? Ingiere menos calorías y gasta más. ¿Quieres dejar de fumar? Un buen psicólogo puede ayudarte. ¿Quieres ir a un gimnasio? Si no has ido nunca en tu vida no pienses que es una tarea fácil. ¿Quieres llevar los estudios al día? Estudia 15 miserables minutos cada día, que ya son más que cero.

Punto número 7: prepárate. Reserva tiempo para ti mismo, o tu pareja. No te dejes llevar por la vorágine de citas y compromisos. Es imprescindible aprovechar un par de días para relajarte. El resto del mundo puede funcionar perfectamente sin ti, así que no te preocupes. Ve a hacer una ruta por la sierra, vete a un spa, pasa una noche en un hotel majo o una casa rural… lo que sea, pero dedícate tiempo. Es imprescindible.


La intención de este artículo es aumentar el bienestar psicológico del individuo mediante sencillas pautas. Bajo cada epígrafe hay escondida una técnica psicológica para adaptarse mejor al entorno. Al presentarlas de esta manera creo que pueden llegar más fácilmente a cualquier tipo de lector, y no por ello serán menos útiles. Así que ánimo y a cumplir todas las que podáis.

Feliz solsticio de invierno.

Autor: Manuel García, terapeuta del CPA

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